I. La foto de tapa muestra dos pelilargos en la tapa, tirados en un
paredón sin inscripciones: no hay colorido, flores, guirnaldas ni nada de eso
que se asocia con una imagen “hippie”. Por el contrario: el paisaje es urbano. El
marco de la foto (un horripilante marrón) apenas agrega dos sintagmas que
corresponden al nombre del conjunto (en latín) y el título de la obra,
diferenciados por su tamaño y disposición. Nada anticipa. Andá a vender eso.
II. La contratapa también lleva
una foto: montaje de las caras de los mismos pelilargos sobre unas azoteas
porteñas. Feas, llenas de cables, antenas, paredes manchadas de hollín y óxido.
Ventanas sin gente. ¿Podría ser éste un disco de blues? Podría: figura en el
listado una canción que usa esa palabra. ¿Pero por qué sonríen los pelilargos
sobre la pálida ciudad, donde sólo pálidas tendrás? ¿Y quién es ese desconocido
que ha compuesto todos los temas? Algo no va bien.
III. Algo no va bien: la primera
canción se llama “Canción para mi muerte”. Perdón, lo correcto es: “El disco se
llama Vida. La primera canción se llama ‘Canción para mi muerte”. Casi al final, otra canción se titula “Cuando
comenzamos a nacer”. El mundo al revés. ¿Lo compraría, señor, señora?
IV. Vida (1972), de Sui Generis, ha sido señalado
como la puerta de entrada al rock argentino para una nueva camada de oyentes. Su
éxito generó incomodidad y rechazo en parte del público y artistas que habían
confluido en eso que empezaba a delinearse como rock, y que tenía como puntales
a los proyectos de Almendra, Manal y Los Gatos. Es, sin duda, uno de los discos
al que nunca podremos acceder sin que nos medien escuchas previas. Incluso si
no nos sucedió el proustiano “esto ya lo escuché en algún lado”, sabremos de su
halo de nostalgia y melancolía. Pero debemos intentar reconstruir esa primera
impresión. O quizás no sea necesario: tan solo dedicarle una escucha atenta,
sin descuidar esas significaciones que rodean al disco. Poner esos “excedentes”
a prueba, verificar en qué medida la obra los motivó, etc., es una tarea que tampoco
hay que esquivar.
V. Escuchamos desde un presente,
en situación; escuchamos desde un futuro al que la obra quizás previó, anheló,
ayudó a formar, o lo contario. ¿Qué significa que hoy se escriba sobre un disco
de más de cuarenta años? ¿Por qué ese impulso a hurgar entre los pliegues de lo
que un tiempo perdido extravió? Ningún ejercicio consistente sobre el pasado
debe olvidar su propio presente.
Nota: las imágenes fueron extraídas de una web de compra-venta, sólo a título ilustrativo (no tengo a mano el vinilo).